La sinfonía perfecta del Mineirao:
Alemania se clasifica para la final del campeonato del mundo por séptima vez en su vida tras la que es, posiblemente, la mayor humillación de la historia de los mundiales. Los que vivimos el partido ayer desde la televisión, desde la radio o desde internet pudimos disfrutar de historia del fútbol, un partido que quedará en los anales de la historia futbolística, un país que llora y una selección que arrolla.
Los días de antes del partido todo el mundo coincidía, el partido sin apelativos. La todopoderosa Brasil, pese a las bajas de Thiago Silva y Neymar, contra la mejor selección europea a día de hoy, Alemania. La canarinha, saltó al césped del Mineirao en un clima de motivación extrema. Los once elegidos por Felipe Scolari querían dedicarle una clasificación para la final al lesionado Neymar y como todo el mundo esperábamos, Brasil salió mordiendo.
Pero la motivación le duró cinco minutos. Como si de una pastilla efervescente se tratara, Brasil se diluyó ante la fiabilidad alemana. Tras diez minutos en los que parecía que el partido sería muy competido, Toni Kross, sacó un córner que remató solo Muller para poner el primero en el marcador de Belo Horizonte. El silencio del estadio Mineirao tras este primer gol hacían presagiar lo que pasaría.
A partir del primer gol se apoderó del estadio Mineirao una sinfonía perfecta vestida de rojo y negro llamada Alemania. La cita para Miroslav Klose era mas especial aún si cabe. Además de ser unas semifinales de un mundial, el 9 alemán estaba a un gol de convertirse en el máximo goleador de la historia de los mundiales y es el único superviviente de la derrota en la final del 2002 ante la Canarinha.
El delantero centro no falló a su cita con el gol y destronó a uno de los ídolos brasileños por excelencia, Ronaldo. La sinfonía jugaba a su aíre, siempre dirigida por una medular extraordinaria desde dentro y por el director de la orquesta, Joachim Low, desde fuera. Brasil, que parecía un títere en manos de una máquina perfectamente engranada, vio como un minuto después el hombre de moda en la mannschaft, Toni Kross, ponía el tercero en el marcador tras una gran jugada de Lahm.
Por si esto fuera poco, Brasil sacó de centro, la recuperó Sami Khedira, que se marcó un partidazo, y dirigió el ataque para que Kross marcara su segundo gol en el partido y el cuarto de Alemania en tan solo 25 minutos.
La canarinha noqueada y todo el país llorando. Los jugadores brasileños estaban sin fuerzas, y todavía en shock por lo que estaban viviendo en primera persona en una semifinal de un mundial. Esto lo aprovechó de nuevo Alemania, que tres minutos después anotaría el quinto gol, obra de Khedira.
Hasta aquí el partido, treinta minutos perfectos, una máquina perfecta que despedazó los sueños de todo un país. Con Kross y Khedira moviendo a Alemania a sus anchas, con un Muller que partido a partido va creciendo como jugador y con un Klose que se hizo eterno el día que volvió a mostrar esa mordiente de killer. En definitiva, una máquina perfecta que le devolvió a Brasil a la realidad de su juego resultadista.
A partir de ahí, los de Low decidieron bajar el pistón. La segunda parte fue la crónica de una muerte anunciada. Brasil, sumado en una profunda depresión, era pitada cada vez que tocaba el balón, sobre todo Fred, al que señalaron como uno de los principales culpables de lo que estaba pasando. Además, los atisbos de mejoría eran placados por un genial Manuel Neuer que se está erigiendo como mejor portero del mundial.
Pero no acabó aquí la pesadilla de la selección verdeamarela. Como final de fiesta, Schurrle decidió ser protagonista del histórico partido. Salió por Miroslav Klose, que se llevó la ovación de la noche, y en 21 minutos anotó otros dos goles mas, el último de ellos un zurdazo increíble que tocó el larguero y se metió en la portería.
Siete a cero en el minuto 79, Brasil seguía llorando, los aficionados que quedaban en el estadio de Mineirao la tomaban con sus jugadores, los Marcelo, David Luiz y Julio Cesar, entre otros, reprimiendo las lágrimas que salieron nada mas terminar el partido.
Óscar puso el 1 a 7 final que no maquilló el resultado. El partido murió ahí, junto a todas las ilusiones de Brasil. Partido para la historia, que será repetido hasta la saciedad y que pasará a los anales del fútbol.
Hace sesenta y cuatro años del Maracanazo, pero a partir de ahora quedará en segundo plano. El 8 de Julio de 2014 pasará a ser en el calendario de Brasil el día mas triste de la historia de su selección.
Mientras tanto, la gran generación de jugadores de Alemania, que no pudo ganar en estos últimos años porque se encontró a la selección española, volverá a disputar una final de la copa del mundo en Maracaná el próximo domingo 13 de Julio.
Escrito por Carlos de la Fuente
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