“Premio
justo para los mexicanos”:
Mucho colorido en el
campo había, rojo, verde, blanco, amarillo, colores rotundos, y con muchos
mexicanos en las gradas (15000) y las ambiciones intactas. Pero empezó a llover
y eso lo sufrió el fútbol que, como la lluvia, se hizo incoloro, monótono ese
tran tran del ir y venir mexicano y del quedarse camerunés.
El partido en la
primera parte era un contraste entre el que pone el juego y el que es un
espectador de lujo. A la Tri no le costó gobernar el centro del campo mediante
Vásquez, aunque fue un control rácano ya que su juego era más sensato que
astuto. Llegando casi por más facilidad del contrario, que por propio ímpetu
México construyó en la primera mitad dos goles que el árbitro colombiano Roldán
decidió que no subieran al marcador. El primero por fuera de juego inexistente
de Giovanni, aunque fue tan milimétrico que se puede “justificar” el error del
asistente. El segundo castigo, otra vez a Giovanni, a la media hora de partido,
resultó mucho más doloroso. El delantero cabeceó tras dos rebotes un córner que
había tocado previamente un
defensa camerunés. El árbitro volvió a decidir que ese gol tampoco subiera al
marcador, cabreando aún más a los mexicanos y continuando con los clamorosos
errores arbitrales de la jornada de inauguración. Los mexicanos ponían a muchos jugadores detrás
de la pelota, y el combinado de Wolker Finke tenía problemas cuando llegaba a
la línea de ¾.
Terminaba una primera parte atractiva a la vez
que muy polémica, con una selección camerunesa muy junta pero sin crear peligro
y una buena selección mexicana, aunque no conseguían concretar sus ocasiones.
Empezaba con cambios la segunda parte por parte
de Camerún Djeugoue (Nounkeu). Se vio el mismo
guion en los primeros minutos del segundo tiempo, dominaba México pero le
costaba crear claras ocasiones con las dos líneas de cuatro muy muy juntas, que
creaba un gran atasco en el medio del campo. La tuvo de nuevo Peralta, que solo
no sabe definir ante Itandje, los leones de Camerún basaban su peligro en
correr al contragolpe.
A veces el futbol es
justo, tuvimos que esperar al minuto 60 para que el trabajo de la selección
mexicana recibiera su premio. Gran jugada, conducida por Héctor Herrera, que
deja solo a Giovanni, pero su tiro es detenido y fue en el rechace cuando Oribe
Peralta consigue adelantar a los aztecas.
Camerún se encontró con el gol como un buen
mazazo, ya que pese a no haber creado peligro tampoco había dejado a México
crear ocasiones muy claras. Mostró incomodidad y no pareció dar un gran cambio
en busca del empate, siguió andando como si nada hubiera ocurrido. Song se fue
al banquillo dejando su sitio al eterno Webó, mientras El Piojo Herrera daba
entrada a Chicharito por el agotado y premiado Peralta, muy contento por su
papel en el partido.
A México le gustaba tener el balón, aunque no
descartaba de vez en cuando las transiciones rápidas, pero a veces cae en la
rutina de la lluvia, que paraba mucho el juego. Hubo ratos que jugó muy
monótono y lo pudo pagar, un futbol pertinaz pero aburrido. De vez en cuando,
se daba una vuelta por el área rival, pero solo cuando bailaba Chicharito por
aquel lado. Camerún ni se inmutaba. En todo el partido, empatando y luego
perdiendo, apenas gozó de uno de esos momentos que se parecen a la satisfacción,
como cuando Eto’o amenazó al portero Ochoa en un contragolpe espectacular
llevado desde atrás. Un cabezazo tardío, bien atajado y algo adornado por el
portero mexicano, fue la segunda línea en su hoja de servicio. Su espíritu
conservador, atribulado quizás por las críticas a su anarquía, le pasó factura.
México tramitó el partido con más soltura que
solvencia. Marcó tres goles y le anotaron uno, sufrió dos veces y por suerte no
pagó ninguna. Imagen pobre de Camerún, que
naufrago en el estadio de Natal y se mantuvo gracias al acierto de Nikolou
apagando fuegos atrás y M’Bia controlando y sacando el balón en el centro del
campo. Tendrá que rectificar Wolker Finke porque si no le caerán muchos palos.
Javier Torres Pérez
(Sígueme @javi8torres)
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