TURÍN Y OLÉ:
Una final más, sigue la maldición de Bela Guttman. Fue en
esta ocasión el beneficiario el Sevilla, solo un año después de que los
lisboetas perdieran la final del mismo torneo ante el Chelsea de Rafa Benítez.
Se decidió por penaltis la final de la Europa League
disputada en Turín. El todo o la nada decidido por los lanzamientos desde los
11 metros. 120 minutos quedaban atrás. 120 minutos marcados por la voluntad de
ambos conjuntos de no correr riesgos más allá de los mínimamente necesarios.
Fue un partido trabadísimo. El Benfica quería salir jugando
desde atrás, con Amorim, decreciente a lo largo del partido, incrustado entre
sus dos centrales, Luisão y Garay. Defensivamente, los lisboetas trataban de
presionar arriba, con Lima y Rodrigo sobre los centrales sevillistas. Los de
Emery, por su parte, trataban de no arriesgar atrás, con repetidos
desplazamientos en largo de un inmenso Pareja o de Beto. Poco fruto resultó de
estos lanzamientos, pues Bacca naufragó, ahogado por una solvente defensa de
los de Jorge Jesus.
Con estos planteamientos iniciales era absolutamente normal
que las ocasiones llegaran en mayor parte tras acciones a balón parado, donde
Garay o Luisão fueron una amenaza constante para la portería hispalense, o bien
por errores individuales con el balón, donde Alberto Moreno, condicionado con
una temprana tarjeta, tristemente destacó.
Precisamente en la acción de la tarjeta a Moreno se lesionó
Sulejmani al caer, siendo sustiuido por Almeida unos minutos después. Cambió
así el planteamiento del conjunto luso, pues se ubicaba un doble lateral en la
banda derecha, con Maxi Pereira en la zona de interior diestro, donde pese a
vérsele perdido llevó peligro, más por demérito de Alberto que por acierto en
sus acciones.
Cambió el panorama cuando Rakitic bajó a recibir más cerca
de los mediocentros, Mbia y Carriço creando una superioridad numérica que pocas
veces supieron frenar Amorim y Gomes. No obstante, con Reyes desaparecido y
Bacca perfectamente atado por la defensa rival, se tradujo en posesión poco
fructífera, pues las mejores ocasiones de los de Emery llegaron al contragolpe,
destacando una de Moreno en el minuto 36 que, tras una diagonal a través de
todo el campo, recibió un pase de Rakitic. El disparo fue detenido sin
excesivos problemas por Oblak.
No obstante, tras casi media hora de control sevillista, con
el balón siempre fuera de zonas de peligro, empezaron a caer ocasiones sobre la
portería de Beto. Sorprendente pues casi se encontraron los lusos con dichas
oportunidades, propiciadas por pifias locales. Así, Maxi remató sin oposición
un centro de Amorim, en el que Beto dudó en salir de su meta, arreglándolo con
una buena manopla. Un minuto después desvió el portero luso un remate de
Rodrigo tras un error en la salida de balón y, cuando parecía que Brych iba
señalar el camino de los vestuarios, un mal despeje de Fazio puso a Gaitán
enfilando la puerta sevillista. El propio Fazio se apresuró en solucionarlo, en
una acción por la que la afición portuguesa pidió penalti.
Empezaba la segunda parte con un ritmo más alto que el
primer tiempo. El Benfica llevaba la iniciativa y Gaitán empezaba enchufado,
tal y como había acabado los primeros 45 minutos. Así en el minuto 48 llegaron
casi de forma consecutiva tres ocasiones de los de Lisboa. En un córner
favorable al Sevilla, Moreno, indeciso, pierde la bola y el uno contra uno ante
Maxi, resbalándose. El envío del uruguayo lo recibe Lima, que se planta solo
ante Beto. El mejor zaguero de los españoles, Pareja, salvó los muebles en dos ocasiones.
A todo esto, la otra portería a duras penas sufría
sobresaltos, pues la segunda línea del Sevilla estaba lejos de un combativo
pero estéril Bacca. Al cabo de unos minutos, no obstante, un robo de Rakitic
plantó solo a Reyes delante de Oblak. El sevillano disparó fuera por poco. A
partir de aquí, se vio al Reyes más participativo, disparando centrado primero
y rematando con poca fe un centro desde la derecha poco después. Vitolo también
se entonó, ganando la línea de fondo en un par de ocasiones, aunque sin
encontrar rematador en ninguna de ellas.
Eran los mejores minutos del Sevilla, y en un calco de la
primera parte, a medida que se acercaba el pitido final, empezaron a llover
ocasiones del Benfica. Un potentísimo tiro de Lima desde lejos que desvió Beto
y un remate de Garay tras otra salida en falso del meta portugués casi decantan
la final a favor de “las águilas”.
Lo que iba a ser la prórroga se intuía desde los últimos
minutos del tiempo reglamentario. Calambres por doquier y riesgos mínimos. Aun
así, en el tiempo extra, tuvo Bacca en sus botas impedir que se llegara a los
penaltis. Recibiendo un fantástico pase del mejor del partido, Rakitic, se
plantó solo ante Oblak tras ganarle por
mucho en la carrera a la defensa lusa. Buscó el palo largo con el exterior de
su bota derecha y el balón se marchó fuera por escasos centímetros.
El Sevilla marcó todos los penaltis:
El 0-0 envió el partido a los lanzamientos de pena máxima, y
no pudo el Sevilla estar más acertado en ellos. Literalmente, no pudo. Sus
cuatro penaltis, lanzados por Bacca, Mbia, Coke y Gameiro no pudieron ser más
precisos y acabaron en las mallas. Condenaron al Benfica los débiles disparos
de Cardozo y Rodrigo, tras carreras similares, en los que Beto contó con el
beneplácito del árbitro para adelantarse mucho.
Gano así el Sevilla la Europa League. Un torneo al que entró
tras ser noveno, ganando en la última jornada de la pasada Liga al Valencia,
equipo que eliminó de la semifinal también en el último minuto llegando desde
la primera previa del campeonato. Mucho mérito el suyo. Enhorabuena a los
sevillistas que saldaron sus carencias
en el juego con fe, trabajo y lucha. Y Rakitic. Y OLÉ.
Alejandro Gómez
@remiggius
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